viernes, 29 de enero de 2010









Culminacion del dolor


Oigo incluso cómo ríen las montañas arriba y abajo de sus azules laderas y abajo en el agua los peces lloran y toda el agua son sus lágrimas.

Oigo el agua, las noches que consumo bebiendo y la tristeza se hace tan grande que la oigo en mi reloj, se vuelve pomos en la cómoda, se vuelve papel sobre el suelo, se vuelve calzador, ticket de la lavandería, se vuelve humo de cigarrillos escalando un templo de oscuras enredaderas…
Poco importa, poco amor o poca vida no es tan malo, lo que cuenta es observar las paredes, yo nací para eso, nací para robar rosas de las avenidas de la muerte.

Charles Bukowski

Como cualquiera podra deciros, no soy un hombre muy agradable. No conozco esa palabra. Yo siempre he admirado al villano, al fuera de la ley, al hijo de perra. No aguanto al tipico chico bien afeitado, con su corbata y un buen trabajo. Me gustan los hombres desesperados, hombres con los dientes rotos y mentes rotas y destinos rotos. Me interesan. Estan llenos de sorpresas y explosiones. Tambien me gustan las mujeres viles, las perras borrachas, con medias caidas y arrugadas y las caras pringosas de maquillaje barato. Me interesan mas los pervertidos que los santos. Me encuentro bien entre marginados por que soy un marginado. No me gustan las leyes, ni morales, religiones o reglas. No me gusta ser moldeado por la sociedad.